lunes, 25 de enero de 2010
Un post, post
Huelga decir que lloverá, y que algunos "emilios" vienen a ser hoy la mano que de lejos saluda y, paradójicamente, el anuncio de intenciones que no se cumplen...
-Te voy a regalar un post.
-Que bien. Hago colección.
-Creo que hablamos de cosas distintas.
-Puede. Lo quiero tipo perchero.
-Será cuadrado.
-¡Ah! bueno, da igual. Es un regalo.
En los autobuses que el viajero ha cogido esta mañana, chaquetones, bufandas y abrigos se desviven por dar calor a sus dueños. El friseo de bolsas, mochilas y paraguas vuelve locutor al aire: "Algo, por fin, han aprendido las fibras sintéticas y los jerseys de cashmere". Y prosigue con el epitafio a cuestas: "Al menos, las prendas no gritan sus frustraciones como hace el género humano. Y eso, a pesar de que su vocación genuina no es la de acompañar esqueletos; si, la de estar anunciadas en Internet".
Una mujer clama en el interior del cuatro ruedas: "El día está para churros calientes". Un pirómano que le escucha se relame en su asiento. Fósforos, mecha larga, gasolina y el humo de hoja seca le entran por la nariz. De golpe, el autobús para ante un paso de cebra. Pasa como un vendaval una manada de niños con sus pastores a la cabeza, camino del colegio. Dos críos se paran de pronto, y le muestran la lengua al conductor. Éste, que va de sobrado de infantes, dice en ese instante por un móvil al control del TUS: "Sí, sí, no hay problema, luego dejo redactado el parte". La información, por lo visto, atañe a un servicio de primera hora. Tuvo que prestar los primeros auxilios a un hombre. "Fue una lipotimia", cuenta luego a un curioso.
Pero parte, lo que se dice parte, el que ayer daba en silencio la naturaleza: "Hoy amaneció obscuro por la cordillera; y los delfines, a ochenta millas al norte de Cabo Mayor, siguen saltando sobre las estelas de los barcos". Y eso es así, y no hay que darlo vueltas.
-Te voy a regalar un post.
-Que bien. Hago colección.
-Creo que hablamos de cosas distintas.
-Puede. Lo quiero tipo perchero.
-Será cuadrado.
-¡Ah! bueno, da igual. Es un regalo.
En los autobuses que el viajero ha cogido esta mañana, chaquetones, bufandas y abrigos se desviven por dar calor a sus dueños. El friseo de bolsas, mochilas y paraguas vuelve locutor al aire: "Algo, por fin, han aprendido las fibras sintéticas y los jerseys de cashmere". Y prosigue con el epitafio a cuestas: "Al menos, las prendas no gritan sus frustraciones como hace el género humano. Y eso, a pesar de que su vocación genuina no es la de acompañar esqueletos; si, la de estar anunciadas en Internet".
Una mujer clama en el interior del cuatro ruedas: "El día está para churros calientes". Un pirómano que le escucha se relame en su asiento. Fósforos, mecha larga, gasolina y el humo de hoja seca le entran por la nariz. De golpe, el autobús para ante un paso de cebra. Pasa como un vendaval una manada de niños con sus pastores a la cabeza, camino del colegio. Dos críos se paran de pronto, y le muestran la lengua al conductor. Éste, que va de sobrado de infantes, dice en ese instante por un móvil al control del TUS: "Sí, sí, no hay problema, luego dejo redactado el parte". La información, por lo visto, atañe a un servicio de primera hora. Tuvo que prestar los primeros auxilios a un hombre. "Fue una lipotimia", cuenta luego a un curioso.
Pero parte, lo que se dice parte, el que ayer daba en silencio la naturaleza: "Hoy amaneció obscuro por la cordillera; y los delfines, a ochenta millas al norte de Cabo Mayor, siguen saltando sobre las estelas de los barcos". Y eso es así, y no hay que darlo vueltas.
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