jueves, 25 de febrero de 2010
Apariencia
"El Magnificat de Tomasso Albinoni viene envuelto en las rachas del Sur". El vagabundo, que sube al autobús municipal, lo dice y no se arruga: "Es así y no tiene vuelta de hoja". El hombre, además de vocearlo, confía al vecino de asiento que los vientos traen partituras del pasado... y, una vez, que considera superado el desconcierto de éste- añade- que las lluvias que empapan los noroestes, esconden sinfonías de charcos, ranas y sapos. "Sólo es necesario un sexto sentido-precisa- para descubrir lo que está más allá de la apariencia".
Hay quien al oírle se deja llevar de pronto de la surada con la sensación de haber perdido el tiempo. Y quien evoca el croar de las habitantes del limo; tampoco falta el que recuerda como en la infancia revolvía el agua con un palo para hacer chocolate con el barro. El embrujo dura poco. Una mujer grita que le han robado la cartera. "Mire usted bien, por favor, señora", le recomiendan los sujetos más próximos. Ella, sin embargo, erre que erre. El conductor detiene el bus y mira al vagabundo. Éste levanta los brazos y dice: "A mí que me registren". No hay necesidad. El billetero aparece en la bolsa del pescado y a otra cosa mariposa que la disculpa es hoy palabra anticuada y por supuesto, cero guay.
El supuesto sospechoso se levanta repentinamente del asiento, y canta a capella "¿Quien borró de tu corazón el mar y el sol de Provenza? ¿Quién de tu corazón borró el recuerdo?...". El aria 'Di Provenza il Mar, il Suol' de la Traviata deja atónitos a los viajeros.
"Despierta, despierta" dice un amigo a otro que ha quedado traspuesto. Éste, restregándose los ojos, busca sin reconocer, entre los que se bajan, al hombre que en un pispás le ha transportado a la gloria de lo efímero.
Hay quien al oírle se deja llevar de pronto de la surada con la sensación de haber perdido el tiempo. Y quien evoca el croar de las habitantes del limo; tampoco falta el que recuerda como en la infancia revolvía el agua con un palo para hacer chocolate con el barro. El embrujo dura poco. Una mujer grita que le han robado la cartera. "Mire usted bien, por favor, señora", le recomiendan los sujetos más próximos. Ella, sin embargo, erre que erre. El conductor detiene el bus y mira al vagabundo. Éste levanta los brazos y dice: "A mí que me registren". No hay necesidad. El billetero aparece en la bolsa del pescado y a otra cosa mariposa que la disculpa es hoy palabra anticuada y por supuesto, cero guay.
El supuesto sospechoso se levanta repentinamente del asiento, y canta a capella "¿Quien borró de tu corazón el mar y el sol de Provenza? ¿Quién de tu corazón borró el recuerdo?...". El aria 'Di Provenza il Mar, il Suol' de la Traviata deja atónitos a los viajeros.
"Despierta, despierta" dice un amigo a otro que ha quedado traspuesto. Éste, restregándose los ojos, busca sin reconocer, entre los que se bajan, al hombre que en un pispás le ha transportado a la gloria de lo efímero.
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Las apariencias siempre engañan. los diálogos no
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