Volverá

-¿Se fue?
-Sí, pero volverá.
-Nadie regresa de allí.
-Eso es lo que te crees tú.
-Díme uno que haya vuelto.

No hay respuesta. El viajero-que no es lego en trascendencias- siente de pronto el acuciante deseo de intervenir en el diálogo de las dos mujeres que lleva al lado en el autobús municipal. Y, por eso, a tontas y locas, se le escapa sin vuelta atrás: "A partir de ahora vendrá envuelto en la luz de los días". Uno de ellas le mira, la otra pregunta: "¿Cómo lo sabe?". El hombre, pillado en falta, tartamudea: "Por experiencia", razonamiento que, como poseso, recalca una y otra vez. Ellas, insisten en que les cuente cómo lo sabe, dándose relevo en la interrogación.

"Perdí a mi mujer al año de casados en un accidente de circulación. Su ausencia era tanta que no podía abrir los ojos y hasta respirar me dolía. La angustia se me atrincheró dentro. No encontraba consuelo en el trabajo, tampoco en el apoyo de los amigos. Una noche se me apareció en sueños. Me explicó que seguía a mi lado y que era cuestión mía descubrirlo. Creo que he desentrañado el misterio. Hay que aceptar dentro de uno el duelo, eso lleva tiempo y luego hay que montarse, con la confianza de los niños, en el columpio de la fe. Acepté que su espíritu vive y vuela libre por el cielo; ahora, hasta siento que viene al atardecer. Ella, con el último rayo del sol me deja sus buenas noches y regresa, al alba para darme los buenos días; es una y otra ola que viene a estrellarse a mi playa. Descubro su sonrisa en los seres que me cruzó en la calle...ahora, creo saber que mientras uno vive los muertos siguen acompañándonos. Su recuerdo es el tuétano, la fuerza y la substancia de nuestro andar. Y, por encima de todo, tienen el poder de convertirnos en fuga, de pasión y silencio, al rincón más lejano e inaccesible de nuestro yo".

Sus escuchantes callan. Y, él también enmudece. No viene a cuento añadir que el dolor tiene su geografía y sus caminos.