Lobita

-¿Qué mosca te ha picado?

-Ninguna. Me subleva la memez.
-¡Ah!... la ministra de la Diferencia.
-Si, padre, pero su ministerio es el de la Igualdad.

-Y qué más da una cosa que otra.
-Visto así...

El hijo recuerda al padre en el autobús municipal una de las últimas ocurrencias de Bibiana Aido.  "Quiere lanzar a la hoguera a la Caperucita Roja, con lobo incluido, cesta y a la abuela de paso. Así se ahorran unas cuantas pensiones y no malgastan el combustible; también a Blancanieves, a los siete enanos y a Cenicienta...". El abuelo le interrumpe: "Es que les encuentra un pelín machistas y eso es peligroso". La confirmación del hijo es innecesaria. Un chaval se le adelanta en el yes.

Los autobuses municipales, son como las plazas de los pueblos. Se oyen múltiples versiones respecto a lo que postula la doña. "Mañana mismo le remito un cuento a la ministra", le dice un parado a su mujer. "¿Cuál?", responde ella intrigada. "Atiende, prosigue éste, que ahí te va de corrido: "Un día que la pequeña Caperucita Roja pensaba ir a apuntarse a un campamento del PSOE, comprobó en carne propia que la planificación de sus objetivos y deseos pronto los alteran los progenitores. Y con eso hay que contar. Justo ese día que libraba -los profes de la escuela estaban de baja por depresión- le encomendaron sus padres pasar por casa de la abuela para llevarle unos dodotis que debía entregar a la cuidadora. "Eso de la Ley de Dependencia, está guay", se decía la buena de Caperucita mientras viajaba en el metro para llegar cuanto antes a cumplir el recado y quedar libre de ataduras familiares". "No me gusta -le ataja la esposa- falta el lobo. Es el que da marcha al cuento".

"El lobo -respondió el paciente marido- ha ido a una clínica de cambio de sexo. "Ya entiendo -dijo ella- lo incorporarás al relato cuando sea lobita". "Eso es, veo que lo has pillado", dijo él.