jueves, 27 de mayo de 2010
A degüello
-Hay que aguantar el chaparrón como sea.
-Contigo no se pueda hablar. Yo entraría a degüello.
-La violencia no arregla nada.
-Vale. Con tu pacifismo nos seguirán tomando el pelo.
-Ya. Pero te ahorrarás una úlcera de estómago o algo peor.
Los hablantes son una pareja de mediana edad. Ella va tuneada de pies a cabeza y él, parece un clónico de Tarzan. En resumen, no pasan desapercibidos para el resto de los que viajan en el mismo autobús municipal. El oído a la escucha les juega a los viajeros un resbalón de nota. Tras identificar por el bla,bla, bla a la pareja, no les cabe la mínima duda en la apuesta: un par de funcionarios cabreados con el Gobierno por el recorte del sueldo. Dos minutos después conocen-por su siguiente diálogo- que son dos empleados de banca. Van discutiendo si ponen en manos de un abogado una demanda contra los inquilinos de un piso de su propiedad por morosos.
"Lo de entrar a degüello me ha despistado" susurra una maruja a su acompañante. Éste le reprocha su prontitud para juzgar lo que no es y le larga una hermosa perorata sobre el problema de sobreentender cuestiones sin fundamento. "Fundamento si hay, exclama ella con energía, y, antes de que él pueda contradecirla o darle la razón, pregunta a los que lleva al lado: "¿No sienten ganas de retorcer el cuello a más de un especulador y a más de un político?". Nadie responde nada, salvo una bizca con pelo de coliflor, que la recuerda que la crisis da muchas ganas de llevarse por delante a unos cuantos que por prudencia se calla.
El conductor pone la radio. "A ver que nos dice el boletín de noticias" comenta al paisano que le pronostica un verano 'rarito' como poco. El locutor anuncia en ese mismo momento que el presidente Zapatero impondrá un impuesto extraordinario a los ricos. A los viajeros de las primeras filas el rictus de sonrisa Mona Lisa les estiran las conisuras de los labios. Algunos, incluso, exhalan un suspiro de satisfacción. "¿Qué pasa?" pregunta un duro de oído al ver tanta boca abierta a la vez. "Nada, que por fin los que más tienen van a pagar" le explican dos comadres. Un joven les interrumpe para explicarles que si a los ricos les pisan los callos, se irán fuera y entonces más paro y más hambre. "Eso es falso, chaval. Parece mentira que te creas los argumentos de la derecha" replican ellas.
-Contigo no se pueda hablar. Yo entraría a degüello.
-La violencia no arregla nada.
-Vale. Con tu pacifismo nos seguirán tomando el pelo.
-Ya. Pero te ahorrarás una úlcera de estómago o algo peor.
Los hablantes son una pareja de mediana edad. Ella va tuneada de pies a cabeza y él, parece un clónico de Tarzan. En resumen, no pasan desapercibidos para el resto de los que viajan en el mismo autobús municipal. El oído a la escucha les juega a los viajeros un resbalón de nota. Tras identificar por el bla,bla, bla a la pareja, no les cabe la mínima duda en la apuesta: un par de funcionarios cabreados con el Gobierno por el recorte del sueldo. Dos minutos después conocen-por su siguiente diálogo- que son dos empleados de banca. Van discutiendo si ponen en manos de un abogado una demanda contra los inquilinos de un piso de su propiedad por morosos.
"Lo de entrar a degüello me ha despistado" susurra una maruja a su acompañante. Éste le reprocha su prontitud para juzgar lo que no es y le larga una hermosa perorata sobre el problema de sobreentender cuestiones sin fundamento. "Fundamento si hay, exclama ella con energía, y, antes de que él pueda contradecirla o darle la razón, pregunta a los que lleva al lado: "¿No sienten ganas de retorcer el cuello a más de un especulador y a más de un político?". Nadie responde nada, salvo una bizca con pelo de coliflor, que la recuerda que la crisis da muchas ganas de llevarse por delante a unos cuantos que por prudencia se calla.
El conductor pone la radio. "A ver que nos dice el boletín de noticias" comenta al paisano que le pronostica un verano 'rarito' como poco. El locutor anuncia en ese mismo momento que el presidente Zapatero impondrá un impuesto extraordinario a los ricos. A los viajeros de las primeras filas el rictus de sonrisa Mona Lisa les estiran las conisuras de los labios. Algunos, incluso, exhalan un suspiro de satisfacción. "¿Qué pasa?" pregunta un duro de oído al ver tanta boca abierta a la vez. "Nada, que por fin los que más tienen van a pagar" le explican dos comadres. Un joven les interrumpe para explicarles que si a los ricos les pisan los callos, se irán fuera y entonces más paro y más hambre. "Eso es falso, chaval. Parece mentira que te creas los argumentos de la derecha" replican ellas.
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